domingo, 20 de septiembre de 2009

ANECDOTARIO 100 AÑOS

Entrevista a una docente que fue directora en nuestra Escuela

NOMBRE Y APELLIDO: Enriqueta Giubileo


Llegué a Blaquier por primera vez para realizar una suplencia en junio de 1960 y a partir del 1º de Marzo del año siguiente ingresé a la Escuela como maestra de grado titular.

Era muy joven, recién recibida, pero con enormes deseos de poner en práctica definitivamente mi flamante vocación: ser maestra. Maestra que como las demás, concurría a dar clases vestida de una forma muy particular, comparada con la actualidad: de guardapolvo blanco de hilo, acampanado y almidonado, largo hasta por debajo de la rodilla y sin pantalones, con medias de nylon y zapatos muy bien lustrados. Imagínense lo que eran los actos escolares luciendo este modelo y calzado de tacos aguja bien altos: los famosos y recordados Luís XI.

Recuerdo perfectamente cuanto trabajo era preparar el almidón cocido y que cuidado había que tener al planchar el guardapolvo. Se usaba como muy moderna la plancha a nafta. El problema aparecía si no funcionaba bien, solía despedir alguna chispita desde el gasificador que manchaba y hasta quemaba la tela del armado uniforme.

Con el correr de los años y como en todos los aspectos de la vida, la vestimenta del docente fue cambiando, pero en aquella época era para todos tal cual la he descripto.

Nada era fácil. Otro detalle que recuerdo está relacionado con el escaso bienestar que se le brindaba a los niños durante el invierno. La escuela era linda, su edificio cuidado, poco personal docente y una sola estufa para calefaccionar, de kerosene, a presión, con radiantes. Era encendida por la persona que primero llegaba a la escuela y se iba pasando por las amplias aulas, media hora en cada una en forma alternada. Aún conservo en mi retina la imagen de esos pequeños y humildes niños que llegaban a caballo por las mañanas, rígidos por el frío y muy limitados los maestros para solucionar el inconveniente.

Y durante más de dos décadas pasé por casi todos los grados. También me desempeñé en el Centro de Adultos de la escuela, tengo presente la satisfacción percibida al comprobar que alumnos analfabetos, mayores de edad, aprendían a leer, escribir y a hacer cuentas.

Los ciclos lectivos se siguieron sucediendo. El 1º de marzo de 1980 asumí la dirección con un grado a cargo, acompañada por cinco docentes; y a los cuatro años (1-03-84) debido al aumento de matrícula se le otorgó Dirección libre a la Escuela.- 1 Directora y 9 Docentes.

Maestra, directora, diferentes experiencias, distintas responsabilidades. Puedo decir que en ambas siempre recibí respeto, colaboración y solidaridad de mis colegas, padres y alumnos y que sin ellos no hubiera sido posible mi labor.

Por todo esto puedo decir que fui muy feliz en esta querida Escuela, que en mi corazón sigue siendo la Nº 10.

Y si en este momento estuviera allí, le diría a los alumnos “Ayer despedí a pequeños, hoy recibo a sus descendientes. Respeten a sus maestros, cumplan con la tarea escolar, tomen el camino de la verdad, amen a su familia” y esta Escuela y sus maestros se sentirán satisfechos por el deber cumplido.




No hay comentarios: